viernes, 9 de noviembre de 2018

Chilling adventures of me.

Cuando conocí a mi amiga Gervi
la vi conjurada por un dios
rígido y benevolente
al que nunca tendría acceso.
Subestimé a mi amiga Gervi
y me subestimé a mí.

Las historias son nidos de complacencia
sus escenas sangrientas cumplen la misión
de recordarnos que algo late
escondido.
Las historias como las nuestras,
sobre nosotras y lo contrario,
sobre todas
siguen enganchándonos como secreto.
Secreto no ha encontrado voz certera
y es manoseado y manoseado
por los seres astrales y plasticosos
de gargantas placenteras
bien maquilladas
(lo que yo he esperado ser
mientras tragaba saliva).

Hago una lectura del asunto, 
estoy en un club
he aprendido a bailar bien
cuando bailo como banshee.

Otras veces me acerco peligrosamente
al color satánico rebajado por la feminidad cómoda
y rosa me raja el útero la aguja
del reloj que dicta:
no puedes pasar cien años dormida.

Las princesas viven amordazadas
en todos los relatos.
No hay demonio que no les tire del pelo
para trepar.

Quiero ser la rana que pudra sin besar
lo fértil
porque ahora sé que no puedo engendrar nada.

Quiero enseñar a rezar la nana 
que invoca pesadillas
en las que no parpadeas 
cuando al fin te encuentran
viva.

Todos los libros por los que fui despreciada
por no ser lo suficientemente culta
lista, amante, profesional
dueña
de lenguajes fantásticos
ni palabras mágicas
hablaban de mí.

Vámonos, Gervi,
de todas formas aquí no hay nada 
para nosotras.

Yo construiré otro mundo
con las astillas que guardamos,
y seré el lobo que sople 
hacia donde habiten los cerdos.
Haré rollos de papel con el resto de cuentos
y los colocaré en el baño
por si alguna vez, querida, 
nos da un apretón de pánico.

Ya he luchado suficiente contra humo verde.

Ya me he engañado demasiado frente a un espejo.

Y de todas formas: ya me comí a una niña.

Una mujer con miedo,
no tenía ni idea de que me convertiría en eso
en cada historia en la que me empeñé
por ser todo lo contrario
a una bruja.


No hay comentarios:

Publicar un comentario