domingo, 11 de noviembre de 2018

Ser mala es estar loca y estar loca es sólo parecerlo.

Un demonio decide que mi garganta
es un tobogán,
y se desliza en dirección contraria
hasta la quemazón.
Y trago grito que me desolla la laringe.
Y me muerdoo con violencia los párpados.

Un demonio decide que mi boca

es salón de costura,
y mis dientes manosean los hilos
de su control
hasta que sólo soy capaz de escupir
maldiciones.

Un demonio pestañea con mis manos,

aprieta fuertes nudos en mis córneas
y todo lo que todo adquiere la textura
de lo oscuro.

Y existe sólo un lugar donde mi plegaria

es vislumbrada;
un lugar suave
en el agujerito de su lóbulo mujéreo
capaz de oír hasta mi radiación
ultravioleta.

Existe un lugar donde mi rezo,

que es sólo mi respirar chillado,
es sólo
mi respirar tranquilo
(casi una canción de luces).

Su silencio me acaricia el color de los ojos.

Cuervo Madre, que me dio los suyos.

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