viernes, 2 de noviembre de 2018

Especial Halloween.

Cuando sea una muerta
con mi tacto gélido, mi voz extinta, mis cosas
de muerta

no quiero que conviertas mis descumpleaños
en liturgia ni purgatorio, ni en una fiesta
incofesa

que no toques mi mármol blanco
con tus manos sucias.

Cuando sea una muerta, y cumpla mi sueño eterno
de ser maquillada por profesionales

me aterra que, al cerrar los ojos, pierda
el color y observes mi rostro blancanievístico

pensando: se reencarnó en invierno

y no en Eva ni en Serpiente.

Cuando sea una muerta, quiero que entierres
el arma homicida
los ratos juntos
(porque tenías algo de tiempo libre) los días
acrílicos, acríticos y sin acritud
a partir de entonces en tu memoria;

quiero que entierres nuestro hacha de
picar piedra
la punzada violenta
que una vez, tal vez una vez
te asesté en el pecho
adrenalina.

Cuando sea una muerta
imagina, no sé, que nunca
pronuncié las palabras mágicas
ni pulsé el botón prohibido que
de repente hizo a Hiroshima saltar
a la comba;

prefiero que olvides que soy
un cadáver arañando la tumba, tan profundamente
dentro
de tu alma mía si es que aún late

un cuerpo caliente en algún sitio

la risa, el Adviento o el trote

de la pequeña fiera que fui
cuando opositaba
a milagro o hipotenusa.

Cuando sea una muerta
quiero que mates
a la chica divertida que no reconocería
de ninguna fiesta.

Porque cuando sea una muerta,
y por fin descanses
quiero que recuerdes: no estaré

no soplaré mi carnívoro aliento en tu nuca
porque no tendré
un deseo, una promesa ni un año más

quiero que recuerdes: no estaré

sólo me arrastraré fantasma por el pasillo
de tu esófago

sin hacer por mi parte ningún ruido

no quiero que recuerdes, no estaré.

Cuando sea una muerta, tampoco quiero
no quiero estar, no quiero
ser ni siquiera
una muerta.

No quiero ser otra más
de tus putas muertas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario