jueves, 17 de noviembre de 2016

Pasajero.

He conocido a un chico que es capaz de volar
un avión en un jardín
yo no tengo ni un avión ni un jardín, pero conozco a un chico que es capaz
y no me parece justo.

He conocido a otro que me invita a cerveza en su terraza
la terraza es preciosa, y el día es precioso, pero
desde el azul cielo oigo el ruido de un motor
y me parece una pena.

Pero sobre la pena y la injusticia ya no quiero escribir nada.

He conocido a mucha gente que ha querido quemarme las manos
por no leerme
no ver mi futuro tonto
mis tres niños muertos
la línea de una vida torcida
o la casa sin jardín y con piscina
,
y de todos, he odiado menos
a los que me escupieron encima
que a los que las agarraron como si aterrizasen en ellas.

He conocido a muchas chicas que tenían un jardín; algunas, incluso, un avión
y por primera vez no voy a seguir hablando de esto.



Me he prometido que me voy a cuidar sólo
porque una vez se lo prometí a alguien
a quien encendí las velas de mi dieciocho cumpleaños en el suyo,
y ahora
 me
   la
    sopla.

Las promesas que se cuentan no se cumplen: en serio, no las pidáis.

Vuestros deseos son desórdenes para mí, y aun estando enferma
reconocería a cualquier azafata de un espejo.

He conocido a mucha gente, y la mayoría ya no me suena de nada.

Hoy el ser humano me parece esa secuela estúpida
de una peli que se filtró en nuestras mentes y nos hizo
tan de mentira.

No quiero tener razón ni angustia ni remedio
ni otra versión mejorada de mí misma
tampoco justicia, ni consuelo
,
no me quiero morir, sólo quiero quedarme dormida
cien años
,
y al despertar,
contaros que un día hubiese jurado que nunca podría perdonaros

y que era mentira.


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