Nuestra relación cambia,
ya desde aquel día que me dijiste te quiero
y yo vi el paredón,
y en vez de dar la vuelta, correr
apoyé mis dos manos
sin saber qué color primario quedaría fuera,
aliviada por la huella amarilla
y la huella azul.
Pero las marcas cambiaron
después de la primera noche que ni siquiera me acosté
pensando cuánto te debía gusta Juana Doe
para que, en mitad del amor, la vieras
la besaras,
me encararas al paredón,
fusilaras la poesía.
Y no dormí, no por la pena
sino por el miedo
a que tú cambiaras;
apreté los dientes, grité
casi un año entero
y gritaba y gritaba y gritaba
pero al final de todo: era yo la que cambiaba
la que fue masticada por una sombra
o la que masticó una sombra
o la que no pudo masticarla y se la tragó
y la supuraron los ojos
los gritos
y gritaba
por no pronunciar el dolor
tomando decisiones que aún hoy no sé
si yo podía permitírmelas.
En cualquier caso, no pude hacer nada:
nuestra relación cambió,
a pesar de que antes, mucho antes
del primer Gran Error y el primer Gran Acierto
fui a la iglesia, me postré ante cristo
y le dije dame tu infinita
pasión
por la espalda, mi hermana
me prometía: siempre se acaba
pero puede que al morir
llegues al cielo.
Y efectivamente, nuestra relación cambió
y chapoteamos en los lagos más limpios
y se me curó la piel, y visitamos a tu abuela
y el horizonte se convirtió en melocotón dulce
más allá de las montañas
y el verano.
Nuestra relación ha cambiado:
desde el te voy a querer siempre y ver
el cielo abierto,
hasta el diciembre que dudaste, te vi dudar
y cerré los ojos,
y la tierra se me llenó de uñas;
hasta ahora:
que a pesar de que nos quemaron los caminos
nos encerraron en una casa llena de vísceras
sin ventanas, sin más esperanza
que la del defecto,
nos seguimos esperando
nieva en donde el fuego;
rezamos porque las cosas cambien.
Nuestra relación cambia,
desde hace dos años y medio;
tres, si contamos la noche en la que te pedí un vídeo
porque te parecías al que me gustaba de la tele
y a partir de la mañana siguiente: cambié
yo sola y en silencio,
empecé a cambiar
en vertical
a subir la cabeza
y tal vez por eso
ahí estabas el día
que nos reencontramos.
Nuestra relación cambia
a pesar de que desde que te quiero,
he estado yendo a la iglesia
irguiéndome ante dios,
suplicándole el infinito
por la espalda.
Y ha habido guerras,
y hemos cambiado con gente en común
alguno, si te acuerdas, con carita de San Pedro
y que nos recordará para siempre
juntos y jóvenes,
y yo no sé si eso es suficiente
para que dentro de 60 años
se abra una puerta dorada;
pero ha habido paz,
y hemos conocido múltiples versiones de nosotros
algunas, si te acuerdas, se dan la mano y aparece
la aurora boreal, más allá del muro
del amarillo y el azul y los tonos
que no se pillan bien por whatsapp pero la paciencia
y los cachorros que sacrificaría por tu hambre
pensando lo increíble que resulta
poder volver a hacerlo
porque antes de ti, yo era más pequeñita e ingenua,
y cambié de la mejor manera posible:
amando, mirando a los ojos
levantando la cabeza.
Y a pesar de todo, a pesar de que mañana
el atardecer vuelva a pudrirse como la fruta olvidada,
hoy temí que hubieses cambiado,
que ya me quisieses menos, y me he callado
porque he cambiado,
he cambiado,
he cambiado,
y al irme a dormir me has dicho:
te quiero tanto,
te quiero tanto.
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