martes, 20 de abril de 2021

matices

él me dijo: no quiero estar sin ti
y en ese momento entendí: no quería estar conmigo
por si acaso era mi falta habilidad para la comunicación
que se presentaba cuando amaba, deseaba o temía
insistí (le avisé):
– yo no quiero que no quieras estar sin mí
quiero que quieras estar conmigo–.
y aquel fue el primer y último acto de generosidad
de Rubén Pérez de La Huerta, 
que al día siguiente me abandonó
si la etimología o la honestidad permiten que así sea
porque para ser justos, yo me había abandonado primero
¿a él?, al amor entendido como lo primario, a las sensaciones
desbocadas y cosidas a ese molde real que solo te ofrece la cultura
que todo lo llena de significado
que todo lo vacía
,
entendí
muy tarde
la diferencia
entre no querer estar sin alguien
y querer estar con él,
y también entendí que durante todo ese tiempo
yo había vivido en la obcecación inconsciente
de que era deseable lo primero:
la incertidumbre de alguien que le ata
a tu solidez: un mito para tus ásperas manos
una realidad para el Otro
la sed del alma
tú, estandarte;
mejor intimidar que ser pasada por encima,
pero lo que da miedo no corporeiza
solo es un obstáculo
,
entendí
muy tarde
como el mundo había sido compuesto
por piezas inventadas,
como  si una aprendiese a conducir
porque existen las canciones
hay una conexión pero no una necesidad
––entendí, muy tarde
lo endeble de lo primero, lo indeseable de lo segundo
y como lo que yo más ansiaba
no es que fuese una mentira
es que era un  imposible
era un cuento asumido
aún con el hámster atropellado en mi memoria
sin haber nunca ignorado que las líneas rojas
de los asfaltos en los que jugamos
eran sangre podrida
yo siempre lo supe
y aun así
entendí 
muy tarde
––porque debe entenderse para algo
y yo no entendí para nada
al menos hasta el día de hoy.
y en conclusión sólo puedo
sermonearme: si hubiese estado atenta,
si hubiese aprendido del amor,
no habría tenido que perderlo dos veces;
y no desear ya nunca más:
que Rubén Pérez dé La Vuelta
hacia Ninguna Parte 
porque solo estaría teniendo miedo
de la vida
que es precisamente lo que yo no soy
,
como tampoco tan guapa
como joven,
como le explico a mi compañero
,
entendiendo,
resignada y presente,
que la compañía (el compañerismo)
nunca nace de la generosidad
ni tampoco de la avaricia.

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