miércoles, 14 de octubre de 2015

Para alguien a quien no juré amor eterno, y quise siempre.

Quería ser normal.
Te conocí en una época en la que luché a favor de eso:
en contra mía.
Veía a esas niñas de melena larga y porte imperturbable,
de métrica perfecta en la risa
conseguir una vida de anuncio sin necesidad
sin necesidad
de nada.

Y yo era torpe
esquizofrénica
una loca sin locura
sistemática y antisistema
tenía el pelo encrespado
la ropa me acababa quedando
siempre grande
y yo chiquitita
chiquitita
chiquitita...

Aprendí tantas cosas de ti
que tú ni las sabes.

Que el mundo estaba lleno de crucifijos
y rezar era aprobar el clavo
que no sacaba al otro
ni ardía
pero encendiste en mí la primera vela
y creí
creí
creí...

Que en ocasiones veía vivos
y el Dios ese de qué iba, tía
---carcajada en mano---
acariciando las líneas de una Fortuna
que nos tenía los pulmones llenos de alquitrán
y la boca rota de tanto
morder el aire
tragar mierda
y escupir.

Que la guerra era la zona cero
y la derrota, visitarla
todos los días
como la víctima siempre vuelve
al lugar del crimen.

Si sobrevivir era respirar todo aquello:
antes muerta que sin vida
nos compramos un ataúd de lentejuelas
y salimos varias a veces
con la cerveza llena de pájaros
pero volando
de allí.

Qué risas.

Que el éxito era el fracaso
del resto:
no cambiar ni por un sólo día con nadie
que estar mal acompañada era estar sola
y, las otras, unas panolis.

Te admiré
te admiré mucho
porque molabas más que las chicas tumblr
sin melena larga ni porte imperturbable
con tu risa en perfecta métrica
conseguiste una vida de autor sin necesidad
sin necesidad
de gracias.

Menos mal, tía:
las cosas de plástico se rompen
las de cristal se rompen
las de tela se rompen
pero no tu voz.

Sigues aquí cuando escucho canciones que sólo yo entiendo
cuando mi tristeza crónica es más amiga que esa gente
y las calabazas son seres inanimados
que me cuentan historietas graciosas
nunca mejores que las que tuyas.

Eres el cielo de todos los mundos que imaginaste
tenías placas de fricción en la inocencia
y el terremoto que precede al destrozo
y el destrozo que procede a las despedidas es un aro
por el que ya no paso
si no es contigo.

Te echo de menos, amiga
diferente a entonces e igual
de la misma forma
aunque menos borde.

Ahora cruzo
mis ojos color ámbar corriendo
con esas niñas sintéticas pitándome
a sabiendas de que es más bonito el peatón
que toda esa tecnología alemana perfecta de lata.

y también los dedos
para que volvamos pronto
a ser niñas indomesticables, raras, pequeñas y antibonitas
y crezcan, por fin, dientes en las alas de las putas mariposas.

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